En Foresta, Francesc Villarroya nos presenta los bosques en los que se adentra el pensamiento hijo de la filosofía y del arte. Una descripción de los diferentes paisajes a los que se enfrenta nuestro autor en su existencia acercando al lector a los sentimientos propios de su ser. El trazo que inunda estas páginas está empapado de influencias chinas y griegas con un constante horizonte existencialista que nos recuerda, constantemente, el peso de la temporalidad y los matices de existir. Villarroya nos aturde con su obra recordándonos una y otra vez los lamentos de una vida que se escapa con sus contingencias circundantes. «Qué hacer con la interioridad cuando se desborda cuando resurge con cada pequeña imagen que es insignificante para otras percepciones.» Y es que, sin duda alguna, sus versos y pinturas funcionan como revelación forzada, como sacudida violenta en la consciencia del lector.