Año Mil novecientos noventa. Con trece años, un chico se traslada con su familia a una nueva y desconocida ciudad dentro de la que le esperan un buen puñado de pequeñas cosas importantes. Será allí donde surgirán sus primeras amistades firmes, sus primeros escarceos, ese primer amor que a todos nos llega, y también los primeros desencuentros, tropezones y topetazos. En esa ciudad de provincias el chico se sumergirá en un intenso periodo vital; será allí donde transitará la ruta que discurre desde la niñez hasta la juventud. En aquella Pamplona, hoy ya lejana, ondeará por siempre la bandera blanca de
su adolescencia; ese universo inesperado, caótico, mutante y muchas veces incomprensible que, llegado el momento, nos estalla dentro del cuerpo.
Ignacio Amigó se arranca con una novela intensamente evocadora para recalar en una etapa inolvidable de su biografía y narrarnos con humor y profundidad las fugaces emociones de la adolescencia y el transcurrir de la vida, cotidiana y crepitante, en una ciudad de cimientos convulsos y fachada inalterable.