La humanidad ha estado sometida, desde tiempos muy remotos, a la acción de fuerzas desconocidas. Una de ellas, temida y temible por naturaleza, es la noción del contagio o transmisibilidad de una suerte de materia que entonces no se podía explicar. Primero surgieron los que estaban a favor del espontaneísmo que concibe la generación de seres vivos a partir de la materia inorgánica (abiogénesis). El cambio de paradigma echa por tierra a los espontaneístas cuando se verifica la existencia de seres vivos diminutos fuera del alcance del ojo desnudo. La invención del microscopio óptico compuesto fue un poderoso instrumento para refrendar la existencia de esos llamados «animalículos». Los que se denominaron miasmas eran efluvios o emanaciones malignas que despedían los cuerpos de los enfermos, las materias en descomposición y las aguas empantanadas o estancadas.
Luego los sucesivos avances en microbiología, fisiología, genética, biología molecular y, particularmente, en inmunología, han logrado traer esperanza a estos problemas inherentes a nuestra condición humana. Asimismo, la implementación de nuevas técnicas como el radioinmunoanálisis, los hibridomas para la producción de anticuerpos monoclonales y el retrocruzamiento o inbreeding que hace posible la producción de ratones singénicos idénticos en su genoma que constituyen un sistema modelo en la investigación básica o experimental. Un capítulo se dedica a analizar un caso concreto del efecto del stablishment sobre un científico experto en bioquímica y biología evolucionista.
En esta historia surgen unos personajes dotados de un talento especial unas veces, y otras por serendipia o simple intuición, llevan a cabo memorables hazañas para intentar erradicar estos males. Otros hitos que se contemplan en la obra son: la identificación del grupo sanguíneo ABO, los genes de histocompatilidad que se expresan en los glóbulos blancos o leucocitos (HLA) y el hallazgo de genes virales causantes de tumores que hoy se sabe son protooncogenes, es decir, formas silentes o inactivadas que potencialmente pueden activarse desencadenando un tumor o neoplasia (tejido nuevo). Y todo ello al amparo de las nuevas sociedades científicas que a la par van naciendo e institucionalizando, especialmente la Sociedad Española de Inmunología que se constituye oficialmente en 1975.
Finalmente, se pone el énfasis en unos de esos «gigantes», genuinos maestros de la clínica del pasado siglo en España, que han dejado huella indeleble en la medicina.