“En el momento más trágico de la vida de un hombre, como es la pérdida de un hijo, cuando se percata de que la vida es algo horrible, necesita crearse un muñeco de
pimpampum, sobre el que descargar su ira. Si la tragedia se caracteriza por el pathos, el padecimiento del protagonista, difícilmente encontraremos un sufrimiento mayor que el de un padre por la pérdida de su hijo. Situación desesperada, que cuestiona la existencia del hombre en el mundo.”