Narrar los sinsentidos de una guerra es siempre complicado. La de la Independencia dejó un reguero de desolación por la Península Ibérica que Mariano Velasco rescata del olvido para recordar no sólo a los soldados, sino sobre todo a los anónimos aldeanos, campesinos, pueblerinos y alcaldes que tuvieron que enfrentarse a acontecimientos que escapaban a su comprensión. Y de entre ellos, los guerrilleros manchegos, clave en la defensa del territorio, hombres sin escrúpulos, polémicos, adorados y aborrecidos a partes iguales que, sin expertas nociones bélicas, usaron a conciencia el conocimiento profundo de su tierra para sorprender al invasor. Desde Aranjuez y su motín hasta la batalla de los Arapiles. Las vejaciones del ejército francés y la inesperada resistencia casi enloquecida del pueblo pisoteado. Entre la estrategia de los comandantes y capitanes y las intrigas de Godoy y Napoleón, contrasta la llaneza de Francisquete, Chaleco, el Contrabandista y tantos personajes legendarios que el autor ha devuelto a la vida con pasmosa documentación y detalladas narraciones basadas siempre en fuentes históricas. No es esta, si acaso ninguna lo es, guerra de orgullos y condecoraciones, sino de vergüenzas, bajezas, torturas, fealdades y miserias. Albadalejo, Puerto Lápice, Madridejos, Despeñaperros, Manzanares, Villarta de San Juan, Villacañas… Nuestros escenarios, como protagonistas de una historia novelada, o una novela histórica. Un episodio, en cualquier caso, narrado por primera vez desde los ojos manchegos.