Narrar los sinsentidos de una guerra es siempre complicado. La de la Independencia dejó un reguero de desolación por la Península Ibérica que Mariano Velasco rescata del olvido para recordar no sólo a los soldados, sino sobre todo a los anónimos aldeanos, campesinos, pueblerinos y alcaldes que tuvieron que enfrentarse a acontecimientos que escapaban a su comprensión. Y de entre ellos, los guerrilleros manchegos, clave en la defensa del territorio, hombres sin escrúpulos, polémicos, adorados y aborrecidos a partes iguales que, sin expertas nociones bélicas, usaron a conciencia el conocimiento profundo de su tierra para sorprender al invasor. Desde Aranjuez y su motín hasta la batalla de los Arapiles. Las vejaciones del ejército francés y la inesperada resistencia casi enloquecida del pueblo pisoteado. Entre la estrategia de los comandantes y capitanes y las intrigas de Godoy y Napoleón, contrasta la llaneza de Francisquete, Chaleco, el Contrabandista y tantos personajes legendarios que el autor ha devuelto a la vida con pasmosa documentación y detalladas narraciones basadas siempre en fuentes históricas. No es esta, si acaso ninguna lo es, guerra de orgullos y condecoraciones, sino de vergüenzas, bajezas, torturas, fealdades y miserias. Albadalejo, Puerto Lápice, Madridejos, Despeñaperros, Manzanares, Villarta de San Juan, Villacañas… Nuestros escenarios, como protagonistas de una historia novelada, o una novela histórica. Un episodio, en cualquier caso, narrado por primera vez desde los ojos manchegos.
Biografía:
Vine al mundo en Alcázar de San Juan, el año en que los soviéticos acabaron con el alzamiento popular en Hungría, y en el mes en que se inauguraron los Juegos Olímpicos de Melbourne, los primeros de la historia que se celebraban en el hemisferio Sur. Sin duda en este lugar de La Mancha, en vez del calor que reinaría allí, haría mucho más frío y quizá lloviera y tronara para hacer honor a Santa Bárbara, patrona que se corresponde con el día en que nací. La verdad, no fue un mal año.
Pero desde luego debieron de pasar muchas lluvias y muchos fríos hasta que sentí la llamada que me permitió escribir algo razonable por primera vez. Fue un artículo de opinión que publicó la prensa local y que aún hoy, todo hay que decirlo, me sonroja leer. Porque la verdad es que en aquel entonces lo que yo quería era escribir novelas y cuentos, y en el intento, lo que son las cosas, varios de ellos merecieron el reconocimiento de algún galardón. Y así pasó el tiempo hasta que un buen día desperté a la contemplación del Medio que me rodeaba, lo que me llevó directo hasta el mundo de la investigación. Como correlato llegó la Universidad, la licenciatura, y una Tesis doctoral que alcanzó el I Premio de Investigación a Tesis Doctorales del Consejo Económico y Social de Castilla La Mancha en el año 2002.