Este libro no tiene la aspiración de ser un manual para escribir teatro, es solo la demostración de un camino sinuoso y complejo de las preceptivas que existen para escribir una obra de teatro, que exige y requiere de un patrón de análisis y reflexión que alejan la posibilidad de escribir por simple inspiración, es una suerte de alquimia, de denodado estudio.
El dramaturgo es el demiurgo de la ficción, su complejidad comienza por entender que su proceso de creación literaria es solo una posibilidad de la teatralidad y que esta convención es el ámbito en el que se conjugan dos tiempos y dos espacios: el real, que le pertenece al espectador, y el ficcional, que le corresponde al actor.
Escribir teatro requiere de un verdadero proyecto dramatúrgico, antes de saltar al abismo de la hoja en blanco.
Mi ambición no es otra que saltar al vacío que separa al investigador y al creador, ha sido en fin un andar por todas mis lecturas en mi camino de la creación teatral en más de cuarenta años, como actor, director; pero, sobre todo, como demiurgo del universo ficcional