Hace unos años regalé a mi madre una grabadora y unas cintas de casete, y le pedí que grabara en ellas sus recuerdos para que pudiera incluirlos en alguna de mis novelas.
En un par de años, me devolvió aquellas cintas, en las que, partiendo de la infancia de una niña en la España de posguerra, había ido recorriendo los diferentes pasajes de su vida hasta el presente, recreándose en anécdotas y reflexiones con una valiosa carga emocional, un lenguaje cercano y directo, y un vocabulario amplio y rico, a pesar de ser una persona sin formación académica.
Una vez finalicé la transcripción de las cintas, sentí que debía acoger su narración como lo que realmente era: su biografía. Conservaría en el texto sus palabras, sus expresiones y su forma de narrar, tal y como ella lo había hecho en su relato.
Hilvanando la vida es su voz en la memoria y la reflexión de toda una vida.