El verdadero drama de la migración está en dejar todo atrás y empezar una nueva vida, escondiendo su dolor y exponiéndose a humillantes desprecios y xenofobia. Pero también es una oportunidad de crecer y reinventarse, adaptándose a las nuevas exigencias, respetando las costumbres, culturas e integrarse en la sociedad que elegiste seguir tu vida.
Hipólito va dejando a su paso específicas reflexiones de profundo contenido social que a cualquiera le puede pasar. La convicción de creer en ti, de que, si los buenos deseos salen desde el fondo del corazón, habrá una respuesta inmediata tangible.
No te sientas seguro si ves abundancia, aléjate de la soberbia; mañana mismo la tortilla se podría voltear y ser tú quien emigres por necesidad.
En uno de los párrafos, Hipólito piensa: «… mi dolor también era por la indiferencia e injusticias de muchos países que ven a los venezolanos como una plaga que se extiende por todos lados…».
La voz de Hipólito bien pudiera ser la tuya también. Ante la desesperación, la soledad y la angustia, jamás olvides o pierdas la fe… Dice Hipólito en otro párrafo: «Esos ángeles están allí siempre, a la espera de una orden divina que solo tú la debes formular correctamente. Esos mismos ángeles pueden ser visibles de distintas formas, hombres, mujeres, mascotas, familiares o extraños, no importa su traje, solo debemos reconocer su corazón e intención. Jamás estamos solos…».