El pueblo saharaui tuvo existencia desde tiempos remotos que se remontan en la historia, al igual que tantos otros pueblos de África.
Tras la «toma de posesión» oficial (1884) para hacer la presentación colonial en la Conferencia de Berlín (1885), los sucesivos gobiernos de España tuvieron puesta la sordina, cuando no la plena censura, a los asuntos del que entonces llamaron Sahara Español y solo permitieron que se hablase públicamente de ello en los tres o cuatro últimos años del franquismo, cuando ya, desde la ONU, se había decretado la obligatoriedad de descolonizar.
Los gobernantes que se sucedieron tras la dictadura franquista, es decir, de la España democrática, parecen dispuestos a continuar con la misma pauta: silencio sobre el Sahara Occidental, sobre lo que sucede con y en el Sahara Occidental y sobre la suerte del maltratado, traicionado y expoliado pueblo saharaui.
Por curiosa que pueda parecer la coincidencia, en ambos casos se da un contexto y una explicación.
Para las élites de la España prefranquista (1884-1931), bajo los síndromes de los sucesivos desastres coloniales, el del 1898 (Puerto Rico, Cuba, Filipinas) y el de Annual (Marruecos, 1921), los habitantes del Sahara Occidental nunca tuvieron existencia propiamente dicha, más que para rarificar la siempre compleja relación con Francia.
Para los gobiernos del Madrid franquista, tampoco merecieron más que un trato meramente utilitario: carne de cañón en las tropas del general Franco y servidores del colonizador europeo, aunque mal pagados y en su propia tierra.
El mismo vicepresidente franquista, almirante Carrero Blanco, impartiría instrucciones para que se falseara la relación con los saharauis y, por medio de corruptelas y sobornos, se obtuviera de ellos su desarme total y el control y fiscalización de sus finanzas nacionales.
Para Carrero Blanco y sus seguidores, las «tres patas del problema» en el Sahara Español no eran los saharauis, sino otros: el sultán de Marruecos, los comunistas de Moscú y la Francia republicana.
A partir de 1975, la «España democrática» no iba a portarse mejor: los saharauis serían transformados en mercancía intercambiable y fungible, con la que se garantizaría la supervivencia de las testas coronadas, amenazadas a uno y otro lado del Estrecho de Gibraltar. Para los hegemónicos del momento, esa estabilidad en España y en Marruecos, dos aliados estratégicos, era lo que verdaderamente resultaba de interés: la seguridad a través de las monarquías, que no del derecho, en medio de la «guerra fría» entre el Este y el Oeste.
No obstante, jamás llegaron a dilucidarse en público estas cuestiones. Los sucesivos cambios de régimen (monarquía restaurada, dictadura primoriverista, segunda república, guerra incivil, dictadura franquista, monarquía de nuevo restaurada) se habían sucedido en España a un ritmo tal que en Madrid apenas tuvieron tiempo para «digerir» lo que sucedía en y con el Sahara Occidental y sus auténticos propietarios. Se trataba de una España que procuró mantenerse en un lucrativo aislacionismo, tanto durante la Primera (1914-16) como durante la Segunda Gran Guerra (1940-45). Aislacionismo que la alejó en gran medida de las corrientes de pensamiento y actuación del resto de las naciones europeas y que, durante las dos conflagraciones mundiales, permitió que sus operadores se enriquecieran a costa de los contendientes; si bien quedó igualmente alejada de las innovaciones y progresos social y económico.
Clarificar las cosas y extraer algunas conclusiones ha exigido un trabajo arduo, dedicación constante y agotadoras búsquedas en archivos y fondos documentales, muchas veces expurgados, cuando no prohibidos. No bastaba con conocer, ni con haber recorrido los territorios o visitado a las víctimas. La documentación era exhaustiva en ocasiones, inexistente en otras. Tras lo sucedido en 1975, para el autor, elaborar Los Saharauis y el Sahara Occidental se había convertido en una necesidad imperiosa, tanto para ilustrar a las elites como para los españoles de a pie en general y para el pueblo saharaui en particular.
¿Quiénes eran?, ¿quiénes han sido y quiénes son los saharauis? ¿Cuál es su verdadera historia? ¿Por qué hemos llegado a la actual situación de ausencia de decoro para los españoles más sensibilizados? Los saharauis y el Sahara Occidental tiene la ambición de profundizar en todo ello y de, tal vez, ofrecer alguna respuesta.