La historia no es más que el paso del tiempo y de las cosas que pasan.
En la historia geológica, las cosas pasan a lo largo de miles de millones de años, y estas cosas son fenómenos naturales: terremotos, glaciaciones y erupciones volcánicas, que suceden de forma inevitable e incontrolable.
En la historia de los animales irracionales, las cosas pasan por un diseño preestablecido y con un fin inevitable: la conservación de la especie, modulado de alguna manera por el instinto.
En la del animal racional, el hombre, las cosas también pasan por un diseño preestablecido, pero que puede ser modificado. En la historia humana, aparecen los héroes, los caudillos y los reyes, que se erigen en directores de las masas para llevar la historia por derroteros no previstos por su naturaleza animal.
Pero estos dirigentes eran humanos y, por lo tanto, sometidos a la enfermedad y la muerte. La enfermedad de un dirigente que dificultase su capacidad de acción, o la muerte prematura de un caudillo o de un rey que anulase su proyecto histórico han cambiado la vida y el destino de millones de personas.
En este libro, presentamos varios ejemplos de cómo la enfermedad y la muerte de los elegidos por el destino para dirigir a pueblos y naciones han cambiado el curso de la historia.
Y es que la naturaleza humana es la que es, y la enfermedad y la muerte igualan al poderoso y al plebeyo.