El tiempo es la espina dorsal que, de pasado a futuro, recorre estos tres relatos. El tiempo, que permanece ciego a nuestros lamentos, ilusiones y deseos, a cuya estéril orilla llegan nuestros sufrimientos náufragos, pero cuyo imparable y constante caminar lo va cambiando y transformando todo, porque a pesar de no ver y no entender, no puede dejar de avanzar.
Perséfone es un relato ambientado en un barrio obrero de Bizkaia, en los años del Desarrollismo, un tiempo impregnado de épica, de cambios y de nuevas ideas. La narración intenta aunar las contradicciones de la época, con las de una familia dominada por el miedo y las ilusiones rotas, los Aizpuru, y con las de Matías, un oscuro observador que tendrá un acercamiento con Gloria, una niña marcada por los errores de sus padres. La historia gira en torno a una guitarra y un cuadro, recreando la leyenda de Perséfone: la reina del inframundo, la doncella inocente llevada al inferno por la fuerza, pero también un símbolo de resurrección.
El segundo relato, Elene, transcurre en el presente. La protagonista, Abene, tratando de consolar a una desconocida, hundida por la muerte de su hermana, conoce a los Murueta y queda atrapada en un dinámica familiar enrarecida por antiguas disputas y desencuentros, cuyo recuerdo todos tratan de alterar. ¿Qué desean en realidad cada uno de sus miembros? ¿Qué necesitan para superar sus viejos lamentos? Abene será el detonante de una serie de conversaciones, demasiado tiempo postergadas, que tendrán lugar tras el cuadro de la difunta Elene, entre fantasmas y realismo, locura y una sorprendente lucidez mental.
El libro concluye con El mañana de los recuerdos. La acción acontece en un futuro dominado por la negligencia hacia la cultura y el desprecio hacia la reflexión, la crítica y la empatía. Denis conocerá a Allie, y juntos caminarán por una senda de esperanza, a través de un mundo no tan distinto al nuestro, hacia una conspiración que traerá sorprendentes consecuencias.