RECORDAR ES VIVIR DOS VECES
Bernabé, gran amigo y «comunicador», me habló de este libro cuando empezó a escribirlo, no estaba muy seguro de hacerlo, sí tenía claro que quería hacer algo en lo que estuvieran de protagonistas los «fogones». Y así fue, ha escrito un libro de cocina algo atípico que conjuga varios hechos, casos y anécdotas que sucedieron y que rozan todas con «los fogones». Yo he tenido la suerte de ver y
leer el «boceto» del libro, y este gira alrededor del «eje» principal que es María Góngora, la madre de Bernabé y el ancestralismo de todo lo que es la cocina ancestral. Vivencias en la finca familiar en las cacerías y matanzas, así como la Semana Santa y Navidad en el pueblo (Tabernas). Cocina típica de la época, casos anecdóticos que sucedían y, sobre todo, el interés en conseguir «el ancestralismo» puro y duro. También hay alguna receta de otros lugares. Y juegan un papel importantísimo familiares con su recetas más emblemáticas.
El libro forma un conjunto de vivencias, costumbres y estilos de la familia Navarro Góngora, que a mi juicio lo hace interesante.
La familia Navarro Góngora es una familia de muy buenos cocineros y cocineras. Todos tuvieron una gran escuela en «El Parador de Martínez», posada grandísima que se encontraba en la calle Juan Lirola n.º 19, hoy día edificado, aunque queda una parte tal y como era. La posada pertenecía a los abuelos maternos de Bernabé, en ella había habitaciones para dormir, se guardaban animales, coches, había una fonda para comer, en la que toda la familia hizo sus primeros «pinitos».
El libro también recoge la escasez que existía en la postguerra para encontrar los productos y, cómo no, para «la cocina de Bernabé».
Bernabé es un enamorado de todo lo ancestral y, sobre todo, de la cocina clásica.
Recordar es volver a vivir.