Esta novela se desarrolla en el Alentejo portugués de los años cincuenta, desde Lisboa a
Badajoz, con epicentro en Évora, en una antigua iglesia jesuita del XVI. Sus protagonistas
surgen de infancias humildes. La penuria y las estrecheces cincelan sus voluntades y les
animan a escalar ese angosto repecho que les desvincula de sus orígenes, pero su pasado
está sólidamente arraigado dentro de ellos.
¿Qué puede ser más dulce?, ¿la derrota del contrario o la paciente venganza?, la codicia
de Craso probablemente ensanche más si cabe esa dicotomía, pero no dejará a nadie
indiferente, porque se sumerge y bucea en ese mar interior de opacas esperanzas de
dentro de sus personajes. Aunque la codicia no conforma el septeto de los pecados
capitales, algunos de ellos forman parte del entramado de esta historia que envuelve
vehementemente los deseos y apetitos de sus integrantes. Avaricia, lujuria, traición, ira
y gula son los combustibles que espolean la trama.