«¡Qué sinvergonzonería es que haya una ley que perdone las deudas! ¡Así nos va! ¿Y si todos hiciéramos lo mismo…?» Eso es lo que nos encontramos al hablar del perdón de las deudas en el concurso de acreedores. A todos nos sale esa Reina Roja del País de las Maravillas gritando: «¡Que le corten la cabeza!». Y a la gente no le importa nada más. Solo quieren que se ejecute lo que sea.
Este es un estudio especializado en un tipo de ejecución concreta: la ejecución de una segunda oportunidad. Una segunda oportunidad en la vida se da cuando nos equivocamos, nos perdonan y nos permiten volver a empezar. ¡¿Cómo se va a poder ejecutar eso?!
Para más inri, sobre el procurador se oye que no sirve para nada más que para encarecer el procedimiento. ¿Cómo va a saber ejecutar eso o cualquier otra cosa en general? ¿Para qué sirve de verdad un procurador de los tribunales? ¿Qué es un procurador, qué hace, va a los tribunales y para qué…?
Cada vez apetece menos leer un libro compuesto por sinsentidos.
Ahora bien, a este profesional de no sabemos muy bien qué le toca ejecutar un perdón. Y un perdón de todas las deudas, con mucha… no, con muchísima letra pequeña.
Esta investigación comprende los distintos pasos que se producen desde que se concibió el perdón hasta su puesta en marcha y su traducción en libertad, avance, estabilidad y riqueza… Sí, sí, riqueza. Si Aladdín tiene hambre y roba una manzana, se comprende que se le perdone, aunque se le reprenda, porque se trata de un bien de primera necesidad y, viviendo, se enamora de la princesa y comen perdices ellos y todo el reino de Ágrabah. Buen ejemplo de perdón de una deuda y de la riqueza que produce, que se contempla en el libro, aunque desde una perspectiva bastante más técnica, pormenorizada y realista.
Otro ejemplo sería cuando Robin Hood y Little John roban a los ricos para dárselo a los pobres… Bueno, esto ya no se entiende tanto, porque «el hábito no hace al monje», y esta historia es más parecida al concurso de acreedores de una persona jurídica con deudas privilegiadas e imperdonables con el Estado y demás entes públicos, algo que solo se refleja someramente en este trabajo.
En cualquier caso, siguiendo el símil del fraile, si a una comunidad católica, por ejemplo, se le plantea la concesión del perdón durante una confesión antes de comulgar o unas indulgencias plenarias… entonces sí se ven dignos de optar a él, incluso de que cualquiera opte a él, y reconocen sus beneficios. Y ¿qué hay más estable que el Reino de los Cielos? Porque el Reino de España, sin perdón entre nosotros, no lo es. Ni la República de Austria. Ni nada. Dará miedo ir por la calle y comerciar, y el comercio se caracteriza por ser el foro de la paz, siempre al servicio de intereses económicos, por supuesto.
Siendo así, ¿de qué se habla en este libro? ¿De un perdón pervertido por intereses políticos o económicos? Si se retrotrae a la ley más antigua, ¿se trata de una suerte de dogmas y moralismos que puedo o no compartir?
Esta obra inspira a leerla con espíritu crítico e invita a conocer a ese gran desconocido: el procurador. Asimismo, el backstage de esta ley queda iluminado en estas páginas. Es una obra con un sello muy personal de su autor. Cruda, clara, concisa, sin tecnicismos, legalismos ni servilismos. Con alguna palabra en alemán, eso sí. Pero eso también pertenece a la marca de la casa y al objeto de este estudio.