La embriaguez del arquero es la historia de un rescate parcial.
Antes de fijar mi residencia en Alemania escribí una serie de poemas que fui ordenando después en diversos cuadernos hasta alcanzar un considerable volumen. Con el fin de prepararlos para una ulterior publicación, estos poemas han sufrido una criba por la cual muchos de los mismos fueron desechados en su totalidad, mientras otros han sido reelaborados en gran parte. Ninguno de los sobrevivientes se presenta intacto. En mayor o menor medida se han supeditado a una nueva visión estilística y estética, aunque sigan reflejando abiertamente las características circunstanciales que motivaron su escritura. Son espejo de otro tempo que el
poeta pretende legitimar al hacerlos públicos.
Donde se hace evidente la continuidad biográfica de esta poesía está en la elección de los temas. Un lector atento no pasará inadvertido ante el denominador común que subyace a casi todos ellos. Dios, el amor humano, la soledad y la muerte son enunciados recurrentes, casi omnipresentes de estos poemas. Hasta en los más anecdóticos se hace evidente esta presencia. Sin embargo, dejo para plumas más capaces e imparciales la exégesis crítica de mi escritura. Solo espero, de alguna forma, satisfacer las exigencias literarias de todo aquel que se asome a estas páginas.
Pero no puedo cerrar está presentación sin saldar la deuda de gratitud contraída con aquellas personas sin las cuales este poemario no sería, para su perjuicio, lo que ha llegado a ser. Gracias a Antonio Lastra, a Javier Crespo y a Johanna Huneke, porque han hecho real esta ilusión.