Gāzkhul recorrió las caras de todos ellos. Se sintió cómodo, rodeado de buena gente. Un grupo de extraños reunido para llevar a cabo un movimiento clave en la resolución de la batalla. Quirdam no era la ciudad natal de ninguno de ellos, ni siquiera tenían residencia o familia allí, e iban a arriesgar su vida para defenderla. Él y sus compañeros montaraces habían deambulado por tierras extranjeras durante años, combatiendo y llevando a cabo pequeñas misiones, la inmensa mayoría remuneradas, sin embargo cuando mejor se sintieron fue en los momentos en los que sus cometidos se basaron en proteger al débil por decisión propia, sin esperar nada a cambio. Aquello en lo que se habían visto envueltos era algo así, pero a una escala inmensamente superior. Puede que fuera la última batalla que viesen, no obstante estaba seguro de que Koll, Kezza y sobre todo Tênfor querían estar allí. Si morían, al menos que fuese en un combate de su elección.
La Forja cuenta los inicios de La Compañía de la Esperanza. Un grupo de hombres y mujeres, héroes anónimos, quienes casi desapercibidos lograron cambiar el rumbo de los acontecimientos escogiendo caminos diferentes. Un relato de corte medieval fantástico, en una Tierra cuya evolución tornó distinta, que actúa como prólogo de una gran saga.
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