Al contrario de las biografías de niños criados en el campo en las décadas de los años cincuenta y sesenta, en las que describe un acontecer triste y melancólico lleno de pobreza, miseria y analfabetismo, lo propio de aquellos años en España, el autor de este relato describe una vida totalmente diferente: libre, alegre, feliz y maravillosa; donde descubre la naturaleza en su máximo esplendor, tiene alimentos suficientes y saludables, juega, va a la escuela con un inmenso placer y descubre la vida como cualquier niño de pueblo o ciudad en un entorno idílico y maravilloso. Este libro revela una especie de desquite o revancha contra quienes piensan que los hijos de campesinos están condenados a ser ignorantes, palurdos y zoquetes. A pesar de criarse en este entorno rural que describe, el autor nos demuestra que, con esfuerzo, honestidad, valentía, humildad y decencia, uno puede llegar muy lejos, tanto en lo personal como en lo profesional, tan lejos como Australia o las islas del Pacífico Sur, donde él llegó; y recorrer medio mundo viviendo en varios países como Australia y Perú, pasando ciertas penurias también, pero disfrutando siempre de «la gran aventura de su vida».
Con historias así, cabe preguntarse si la sociedad actual conseguirá recuperar los valores perdidos, sin los cuales estaremos totalmente condenados.