Saltarín era el nombre de la hormiga más joven y astuta de su bella colonia. Al regreso de un día de excursión se dieron cuenta de que el rey de la selva se las había destruido. Saltarín, molesto porque, una vez más, el león destruía su colonia, tomó la decisión de enfrentarse al león, cosa que molestó tanto a sus padres como al resto de su colonia por ser una decisión alocada; pero para Saltarín sí era posible. Solo pidió tiempo para preparar un buen plan que lo llevara al triunfo.
Un día salió en busca de un buen sitio para poder pensar tranquilamente, y de tanto pensar, se quedó dormido y soñó cómo derrotar al león. Sin pensarlo dos veces, reunió a su colonia, les contó su sueño y les comentó que lo ejecutaría tal y cómo lo había soñado. Junto a su equipo, hizo todos los preparativos, y después de quince días aproximadamente, logró derrotar al rey de la selva, para así demostrar a su colonia y al mundo que «no hay enemigo pequeño».