A lo largo de este libro, María Magdalena, Myriam en el texto, ha ocupado un lugar destacado. Algunos se sorprenderán. Y, sin embargo, Myriam ama profundamente a Manu, con un amor sincero, donde el sexo no tiene lugar. Cuando Manu dice: «Ámense los unos a los otros como yo os he amado», se refiere al amor que su alma puede experimentar por nosotros. Es la comunión de las almas, lo físico y lo material no tienen lugar. Myriam eres tú, soy yo, es nuestra alma locamente enamorada del alma de Manu. Para encontrar este amor, hay que visitar el Cantar de los Cantares. Esta joven virgen que se apresura en busca de su amado querido. Ella es pura, inmaculada, incluso las chicas de la ciudad (comprendan, las religiones) no entienden cómo ella puede vivir un amor tan intenso por su querido. También son celosas. Esta chica se llama Sulamita.
Con un paso ligero, ella se aleja hacia su querido, yo la llamo: «¡vuelve, vuelve, Sulamita! ¡Vuelve, que te contemplemos! En su loca huida hacia el amor, se da la vuelta y me ofrece su dulce mirada, donde descubro, fascinado, el reflejo de mi alma».