Aunque no lo sepamos, todos llevamos un ciudadano romano en nuestro interior: el disfrute de la naturaleza, el gusto por la buena vida, la zozobra del arte y la creación, la pasión por la existencia,
son rasgos comunes a la mayoría de nosotros. Asimismo, el derecho romano está en el origen de nuestra cultura occidental, y el dominio de su lenguaje y su gramática, sirve de cauce de comprensión y dota de significado a una gran parte de nuestros actos y vidas. Por su parte, el estudio de la historia es un potente antídoto contra la arrogancia contemporánea. Nos inspira humildad y nos ayuda a descubrir que muchas de nuestras hipótesis y pensamientos, que tan novedosas y plausibles nos parecen, han sido puestas a prueba y manifestadas con anterioridad, no una, sino muchas veces, y de innumerables maneras. Pero esta pequeña composición intenta ser algo más: en el mundo actual, en que todas las ideas de felicidad acaban en una tienda (Baumann), este trabajo es una excusa, una excursión a la nada, al abandono, al disfrute momentáneo, incluso al sinsentido. Y además, invito al querido lector, a reflexionar sobre semejanzas y parecidos con la sociedad actual y trasladar aquel mundo a su cotidianeidad. Ahora que la metáfora cede paso al número, a la vorágine, es tiempo de parar, de pensar.
Pienso… luego no me dejan existir…