La impronta de los derechos humanos en la Constitución española de 1978 es un libro que revindica el gran hito que supuso en nuestra relativamente reciente historia contemporánea la proclamación universal de derechos humanos. En cierta manera, se pretende rendir un pequeño homenaje a ese reconocimiento universal de los derechos de las personas, derechos humanos cuya titularidad, a juicio del autor, no reside ni en la filiación, ni en el pasaporte ni en la ciudadanía…, sino que esta se halla en la persona, en esa, su cualidad y condición más sencilla: la de ser persona.
A la pregunta de si el concepto de justicia debería ser unitario o, por el contrario, deberían existir tantas acepciones de justicia como culturas, religiones…, el autor sostiene que el concepto de justicia, la esencia misma de la justicia, debe ser inmutable, imperecedera, eterna…
Serán examinados, escudriñados por el autor, todos y cada uno de los derechos humanos constitucionalizados, es decir, los artículos 14, al artículo 29, ambos inclusive, de nuestra Constitución, más el artículo 30.2, referido a la objeción de conciencia.
Y, de manera sucinta, será comentada la protección jurisdiccional que les otorga nuestro ordenamiento jurídico. En este sentido, se hará mención al amparo judicial, al amparo constitucional y al amparo ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, así como a la ejecución de las sentencias declarativas dictadas por este tribunal internacional en la jurisdicción española.