En la España franquista de postguerra, una mansión aislada, un juez respetado y en su despacho, presidiéndolo, la reproducción del cuadro del pintor flamenco Gerard David, La justicia de Cambises.
Si el inmediato pasado de odios, venganzas y muerte todavía es presente, el lejano ayer que evoca el cuadro va cobrando vida y haciéndose realidad en un ambiente en el que la crueldad y la ternura, la pasión y la indiferencia, el amor y el odio, la vida y la muerte, conviven de continuo entrelazadas.
Con ingenio, imaginación y vigor literario, Lucía Santamaría va ensamblando cotidianas y doloridas historias de postguerra que, sin embargo, son tan solo parte menor del gran drama que se desarrolla sobre el telón de fondo de la dictadura franquista y el primer plano del expresivo y desasogante cuadro de Gerard David, La justicia de Cambises.
Carmelo Romero Salvador
El rey Cambises ordenó despellejar a uno de sus jueces por prevaricación. Con su piel mandó tapizar una silla en la que, a partir de entonces, se sentarían los jueces para que no olvidaran nunca LA JUSTICIA DE CAMBISES.
La sentencia la plasmó el pintor flamenco Gerard David. Ahora, Lucía Santamaría traslada el famoso cuadro a la época franquista, al despacho de un juez déspota, maltratador de su hijo y a la vez admirado socialmente.
Amores, desapariciones y asesinatos nos llevarán a un final sorprendente.