Los cuclillos de D`Ariel. Luciérnagas en la mente. Mariposas del pensamiento. Poéticos y conceptuales. Casi siempre en las fronteras de los géneros. Pertenecen a la estirpe de Cioran, Porchia, Pérez Estrada, Canetti. Son pájaros afilados por el ingenio y la agudeza, cantos de sabiduría y de mirada irónica. Vuelan sobre diversos temas: el amor, el lenguaje, el tiempo, el viaje y el silencio, la estupidez, los prejuicios. Podrían ser las últimas palabras de una historia, las primeras o las únicas. Por eso viven entre dos sigilos: el de la expectación y el del asombro. Todo cabe en su brevedad. Son como oasis en el desierto de la imaginación: espejeantes, pero lejos de la frivolidad; profundos, pero nunca sentenciosos.
Apago el televisor. Cierro la puerta con llave.
Solo dejo que entre el sol por la ventana. Abro el libro donde lo dejé. El mundo que me rodea se esfuma. Y lucho contra los Morlocks… para salvar a Weena.
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La tristeza es un tesoro en manos del optimista.
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¿Qué es el odio sino el tsunami que guardamos dentro?
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Hablar una lengua muerta tiene que dejar un pésimo sabor de boca. *
¿Quién no ha tenido alguna vez puntos de vista suspensivos?
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El tiempo solo existe si nos mata.