La responsable de todo este embrollo no es otra que, la dulce y a la vez, endiablada dama pelirroja que aparece retratada en esta portada, Maud Franklin (1857-1941) y en concreto, su fascinante mirada que tras haberse cruzado con la suya, hace apenas un instante, no me cabe la menor duda consiga con su pertinaz embrujo, conquistarle. Le aconsejo, si me permite la osadía, no menosprecie su poderío. Si lo sabré yo, que me ha tenido en casa encerrado, tan feliz volcado día y noche en la reconstrucción de su pasado, desde hace seis años cuando se presentó de sopetón en mi vida.
Y si bien reconozco que pudiera usted pensar que no tiene mucho mérito llegar a apasionar a un pobre diablo como yo, ya le adelanto que sólo soy el penúltimo eslabón de una larga cadena, que no dude transitará después de usted, por un sin fin de lectores cuándo a través de sus ojos muestra a cada uno lo que se esconde y aflora en la pintura de los Grandes Maestros de todos los tiempos, de conseguir levantar el velo que cubre desde sus orígenes, la visión humana, gracias a esa frescura instintiva que conservará intacta desde su niñez, su portentosa mirada creativa.
Biografía:
Nació en Barcelona un San Fermín de 1960. Reside toda su infancia hasta el tercer año de sus estudios universitarios en Madrid que compagina con su verdadera pasión por la pintura que se desarrolla pareciendo como un residente más entre las paredes del Museo del Prado de tan continuo entrar y salir del templo del arte hispano, cuando no fuera acudiendo a cuantas subastas de arte se celebraban en dicha capital, conservando todos y cada uno de sus catálogos repletos de anotaciones con los valores alcanzados en sus remates, en lo que hoy constituye una biblioteca impresionante. Regresa a su ciudad natal, done finaliza su licenciatura en derecho. Su actividad laboral en el ámbito comercial y publicitario de diversas empresas privadas siempre corrió paralela al coleccionnismo de pintura, hasta culminar su sueño seis años atrás, de diseñar y abrir bajo su dirección, su propia consultoría de arte on line, con el nombre de “ arteyvalor ”. Su delicado estado de salud nunca ha mermado la ilusión y el empeño que desarrolla en cuantas actividades emprende, valga como ejemplo los mas de cinco años de minuciosa investigación sobre la vida y obra del pintor norteamericano, James McNeill Whistler (1834-1903), que tuvo de emprender como un intrincado reto para atribuirle la autoría del retrato de una misteriosa y pelirroja dama victoriana, desde que sus miradas se tropezaron a través de un anuncio en la red.