“La Muerte de los pollos” es un manuscrito que tiene pocas páginas. Sus tristes líneas destilan emociones, poesía, nostalgia, ira, indefensión y un largo río de sensaciones que embriaga a esos ciudadanos corrientes, entre ellos, los funcionarios del montón, anodinos, que respiran a bocanadas cuando caminan solos hacia un destino incierto. La pesadumbre de aquel que sigue la fría vía en el túnel de la desesperanza a la espera de su pronta muerte.
“La Muerte de los pollos” hace un paralelismo tan anacrónico como real entre la muerte de los pollos en un matadero y la muerte de los funcionarios en la Administración Pública. Una muerte orquestada por la mano ejecutora de una clase política corrupta nacida de la Democracia Autoritaria.
“La Muerte de los pollos” es una carta de indignación dedicada y dirigida a mis amigos, los funcionarios del montón, esos funcionarios de base, que padecen como nadie las penurias ocasionadas por los tentáculos de una crisis financiera que no conoce de sentimientos y que a su vez cumple un triste fin, la Guerra de intereses financieros en el ajedrez del mundo.
Yo soy un funcionario del montón que ha entrado en el túnel de la desdicha. Deciros, amigos míos, de nosotros depende nuestro futuro.
Fernando Martínez Marca