En el presente libro, el autor aborda un tema del que casi nadie quiere hablar: la muerte. Pero lejos de que el tema, por abrupto que parezca, pueda causar rechazo, el libro va hilando poco a poco la temática, enganchando al lector con argumentos lógicos y sencillos que llevan por un lado a aceptar verdades incontestables, y por otro a tratar tales verdades desde el prisma subjetivo de cada lector, ayudándole a alcanzar sus propias conclusiones para crecer como persona ante las difíciles circunstancias que, en ocasiones, nos presenta la vida al repartir sus cartas.
No se trata de imponer un criterio ni de llamar blanco a lo que es negro, sino que el cometido del libro es aprender a vivir con una realidad indisoluble de la vida, de tal forma que al menos seamos conscientes de que, no por obviar un asunto, deja este de existir. Todo ello se plantea desde un punto de vista muy sereno, encaminado a la aceptación de aquello que escapa a nuestro control y sin perder de vista el sentido del humor irónico y fino tan necesario para sobrellevar los zarpazos que nos depara la existencia.