Mi Palmita querida, allí donde nací y crecí, arropada por el cariño que recibía tanto de mi familia como de los vecinos, sus hijos y mis primos y primas, siempre correteando por aquellas laderas en las que crecían tuneras, pitas y cactus, todos ellos adornados con sus ricos frutos, de los cuales comíamos sin miedo, pues hasta las grandes púas nos servían para pelar la fruta.
Mientras reíamos y compartíamos aquellas delicias, mirábamos hacia las playas donde, durante toda mi vida, nos hemos bañado durante todo el año. La playa de Bañaderos, con su piscina natural, y, cerca de ella, la del Puertillo, de arena fina.
Bueno, hasta aquí termino esta carta-sinopsis como adelanto de esta hermosa cuatrilogía… o quintografía, eso depende de ustedes, queridos lectores.