Las artes escénicas constituyen una actividad que tiene relevancia a dos niveles: tanto como actividad económica como por su valor cultural. Esta doble dimensión económica y cultural se presenta, en ocasiones, como una dicotomía que enfrenta dos formas aparentemente antagónicas de entender la actividad escénica, según se enfatice su relevancia económica o su contribución cultural: en ambos extremos, las artes escénicas formarían parte de las industrias culturales o constituirían un bien público proveedor de cultura. Poner el acento en una u otra dimensión tiene consecuencias sobre el tipo de políticas que los poderes públicos pueden desplegar para el fomento de las artes escénicas, tanto en la definición de los objetivos como en los instrumentos movilizados.
Los poderes públicos, conscientes de la importancia de ambas dimensiones, despliegan programas de fomento de las artes escénicas articulando distintos sistemas de apoyo, tanto por el lado de la demanda como de la oferta. Simultáneamente, conscientes de la relevancia que tiene la actividad creadora, incluyen medidas de apoyo específico a la creación. Este trabajo evalúa precisamente la política de fomento de la creación en las artes escénicas de la Generalitat Valenciana de los últimos años, poniendo el acento en el reparto de las ayudas entre los creadores.