Segunda entrega de La Presencia. Tras seguir los pasos de Darío, al huir de aquel valle gallego maldito hasta la catedral de Lugo, descubrimos que, a espaldas del propio papa, pero dirigida desde el mismo Vaticano, una secreta, misteriosa, clandestina y antiquísima agrupación religiosa, conocida como la Orden de Gerasa, lucha en las sombras contra los despiadados servidores del diablo, quienes han conseguido hacerse fuertes a través de sus numerosas sectas ocultas entre la sociedad. En inferioridad y con la balanza claramente desnivelada a favor del Mal en esa lucha, estos caballeros del Bien deberán entregar sus vidas, si es necesario, para ayudar a todos aquellos inocentes que han sido presa de estas horribles y despiadadas bestias, que no dudan en poseer, secuestrar o sacrificar en sus rituales a sus víctimas, en favor de cualquiera de sus príncipes del infierno, a los cuales rinden pleitesía. Estos custodios de la luz, renegados de la sociedad, son la última esperanza para aquellos que sufren fenómenos tan inexplicables como paranormales en sus propias carnes, de los que jamás pensaron ser protagonistas. Muchas son las sombras a las que se tendrán que enfrentar; tantas como escollos que tendrán que superar en su viaje hacia lo desconocido.