Estos escritos pueden considerarse un ensayo espiritual, una obra reflexiva de no ficción que forma una trilogía junto a los libros anteriores Espiritualidad laica y liberación mental y Las vibraciones del bienestar interior.
Los tres, como en una novela circular, abordan una y otra vez distintos aspectos de nuestra relación con las realidades física, mental y espiritual, profundizando gradualmente en cada nueva ocasión a partir de las perspectivas y la conciencia que hemos ido conquistando anteriormente.
El propósito de esta obra es alimentar y enriquecer el paradigma de una realidad cada vez más elevada y omnicomprensiva, que, poco a poco, se irá registrando en nuestro cerebro para servir de base y alimento a un pensamiento más lúcido, inspirado, creativo, sabio, consciente y libre. Un pensamiento descontaminado de dogmas, doctrinas, credos, catecismos y nichos de irracionalidad, así como de miedos, traumas, dolores enquistados, culpabilidades, resentimientos y rencores que atenazan nuestra mente quizás desde los albores de la humanidad. Un pensamiento más positivo y poderoso cuyas vibraciones podrán influir en el campo cuántico de la potencialidad infinita de la energía en forma de onda, del que la actividad creadora del universo bebe para la constante construcción de la realidad que nos rodea y a la que, consciente o inconscientemente, damos vida.
Al final, hablamos de una revolución espiritual, porque el poder de la mentalidad positiva que podemos desarrollar nos permite ser conscientes del bienestar, las comodidades, la prosperidad y la abundancia que hemos conquistado desde nuestros orígenes, gracias a la fuente inagotable de inspiración, creatividad e ingenio con la que fue diseñado el ser humano. Esto ha posibilitado un flujo constante de invenciones, descubrimientos y avances científicos y tecnológicos en cadena, que han permitido que el progreso y la abundancia crezcan sin cesar y se extiendan cada vez más a nuevas regiones emergentes y a más capas de la población. Este proceso, aún inacabado, vencerá los poderes e intereses económicos establecidos, así como los retrocesos temporales que estos provocan, y terminará alcanzando a todos los rincones del planeta y a toda la humanidad.
Por grande que sea el poder de los intereses económicos establecidos y los nichos de irracionalidad que alimentan con medias verdades, falacias, bulos y manipulación —cada vez más evidentes en su avance a costa de la humanidad, la naturaleza, la vida y el propio universo—, y por mucho que logren imponerse transitoriamente en determinados momentos históricos, si la revolución de una espiritualidad omnicomprensiva superior sigue avanzando, terminará triunfando. Esto dará lugar a un mundo más justo, equitativo y solidario, en el que la justicia social haga posible el equilibrio, la armonía y la paz que la humanidad lleva anhelando desde sus orígenes.