«No hay loco de quien algo no pueda aprender el cuerdo», decía Calderón De La Barca, y aquí os llevo las habladurías de un pueblo que se cree cuerdo colgando sus locuras en los racimos de sus viñedos, un pueblo maldito que va amontonando calvarios entre estaciones de lavas y pasos de llanto.
Es la vida de un pueblo contada por cada uno de sus habitantes, con sus verdades a medias, con sus telares de premoniciones y con medusas en el pecho. Es un pueblo que se cuenta a sí mismo sus corduras suspirando a nuestro oído el silbido de la locura. Es un pueblo que aúlla a la luna, y es ELLA, aquella mujer que vendió su alma en las fauces del Etna.