La sonrisa del ahorcado reúne todos los cuentos del autor, escritos desde 1987 y revisados en 2012. El conjunto se vértebra en dos líneas estructurales: la primera, más antigua en el tiempo, bebe de modelos de aprendizaje como el monólogo interior, la epístola academicista, el arduo ejercicio de retórica pretenciosa, la inclinación metafictiva o el flujo de conciencia; la segunda obedece a un impulso narrativo más discreto, menos deudor, para concebir una poética del azar donde no escasean la trama de asunto libresco, el homenaje lúdico o la confesión encubierta. El estilo se quiere ágil, sin concesiones a la facilidad, fiel a un criterio de precisión que se amolda en cada caso a la exigencia de la peripecia y al decoro del personaje. Aparte de explorar los sutiles corredores entre la realidad y la ficción, proponiendo temerarias irrupciones de la una en la otra, la mayoría de las piezas de este volumen apelan a la complicidad del lector, un lector que se presume activo y que en no pocas páginas se sorprenderá partícipe del argumento que se le brinda.