La travesía de Amina es una experiencia muy personal de lo que he vivido en España durante treinta años. No conocía nada de este mundo cuando llegué desde mi Marruecos natal con tan solo veinte años para encontrarme con un mundo muy diferente, empezando por el idioma, las costumbres, los modos de entender las situaciones, los criterios morales, los modos de juzgar lo que es bueno y malo…
A lo largo de los años, he podido comprobar el cambio producido en España, en el trato, en el modo de acoger al extranjero y los prejuicios crecientes. Un cambio personal tremendo, pues yo venía de ser estudiante en la universidad, pero al comienzo solo conseguía trabajos como empleada del hogar; yo no sabía ni cocinar ni limpiar, no lo había hecho nunca en mi casa. Mi padre es diplomático y yo tenía una vida cómoda y sin dificultades económicas ni de otro tipo. En los últimos años me llamaba mucho la atención la vida europea por lo que me contaban mis primas, que vivían en Bélgica, y mis hermanas, que ya estaban en España.
En Madrid, con el paso de los años, he aprendido a convivir con la pobreza y con los prejuicios. Mi sueño de finalizar mis estudios fue desvaneciéndose, de-bido primero a tener que pelear por mi situación económica, luego el idioma, después los hijos y, finalmente, a la vida, que iba desarrollándose.
Desde La travesía de Amina, quiero dar también un mensaje de superación, de respeto a lo diferente y de cómo se puede convivir en un país rico en lo hu-mano forjado por montones de migraciones en el río de su historia, incluyendo la musulmana, durante ocho siglos, cuyas huellas son evidentes hasta el día de hoy. Quiero dar también un mensaje de agradecimiento a tantas personas que siguen haciendo acogedora y diversa la cultura de un país tan maravilloso llamado España.
Hoy por hoy, puedo decir que tengo el corazón dividido entre Tánger y Madrid. Que Marruecos es mi tierra y España es mi país. Tengo amigos de diferentes ideologías y por eso creo que ningún pensamiento debe romper la amistad que nos une, y que desde el respeto mutuo siempre se puede vivir en paz y armonía.