Blas vive cómodamente en su pequeña ciudad, dispone de tiempo libre, hace poco se ha jubilado, pero está solo. Gracias al grupo de amigos con los que se relaciona desde mucho tiempo atrás, consigue suavizar sus momentos bajos, aunque le falta algo. Después de mucho pensar, desmitifica aquellas buenas amistades, aquel ambiente confortable, y comprende que está aburrido. En realidad, su vida trascurre en la más absoluta monotonía y su existencia está vacía de contenido. Algo, por otra parte, bastante corriente.
Muchos habremos deseado aunque solo sea una vez, echar todo por la borda y comenzar de nuevo. Pero una cosa es pensarlo y otra bien distinta llevarlo a efecto. Él sí decide cambiar la comodidad y lo conocido, por lo desconocido y posiblemente incómodo. Las amistades por la soledad absoluta.
Es como empezar un poco de nuevo, aunque con ciertas facilidades. No se puede quejar de su situación económica, más si se compara con la general en esas fechas. Él, sin ir sobrado, tampoco tiene apreturas. No obstante, le cuesta dar el paso, y cuando lo da y se marcha de su ciudad para vivir en otro lugar, aparecen imprevistos que distorsionan su realidad particular, eso le hace pensar y se pregunta sin conseguir respuestas. El balance de estas nuevas experiencias no está claro, aunque su dinámica de vida ha cambiado. En parte su objetivo se ha cumplido, pero surgen cuestiones para él desconocidas que le producen ciertos desasosiegos y emociones…