La mañana en que Juan sube a ese tren con destino a Barcelona, con la esperanza de encontrarse con Irene, ignora que es el inicio de su odisea personal que lo mantendrá alejado de Alameda durante casi diez años.
Cada singladura de este largo viaje le abrirá horizontes nuevos. De la mano de Santiago, su Buen Samaritano, conocerá y superará la dificultades de la emigración. A su lado conocerá a una juventud, la de Londres de finales de los sesenta, que con su música, su comportamiento y su moda servirá para superar una larga post-guerra. En los brazos de Tien conocerá el sexo en todo su esplendor.
Pero de nuevo su espíritu inquieto, espoleado por lo que entiende una traición, le lleva a levar anclas y aterrizar en Israel. Allí sabrá de la guerra en primera persona y conocerá a una serie de personas solitarias, áridas y fuertes como la tierra que pisan.
Próximo a los treinta años,curtido de emociones y sinsabores, regresa a Alameda poniendo fin a su periplo. Allí le esperan sus amigos de la infancia y vuelve a reencontrarse con Irene que, en la distancia, ha marcado el rumbo de su corazón.
Junto a ellos intentará dar a su vida el sentido que durante tanto tiempo ha buscado.