El germen de la novela es una situación real: el asalto nocturno de la vivienda de un matrimonio mayor y las consecuencias del mismo. Noticia periodística que me da pie a una interpretación personal y a consideraciones sobre cómo la vida de las personas puede cambiar de la noche a la mañana, por una maldad totalmente imprevista.
Cómo se reacciona ante una situación sobrevenida, que requiere afrontarla con urgencia y con los medios a tu alcance. Proporcionalidad y defensa propia. ¿Puede hablarse de proporcionalidad en casos así? A priori no existe, a posteriori sí, y entonces da validez a la valoración cómoda, pero hay que evaluar la situación, en su contexto, en su momento y circunstancias, no en los resultados producidos. ¿Puede exigirse a un jurado popular que decida sobre ello? La Ley no cuantifica la proporcionalidad antes de una reacción sino después, por sus efectos. ¿Es justo? La legítima defensa lo es o no lo es. Difícil decisión.
Cómo se pueden forjar amistades sólidas a cualquier edad, un fondo policíaco como trasfondo y base y, sobre todo, la soledad, la tristeza. No es cuestión de estar solo, sin compañía, sino estarlo sin la compañía que quieres, que necesitas. Desgraciadamente, solo se sabe cuando no se tiene, eso es la soledad. Como dice el protagonista: «morir de tristeza puede ser una licencia poética, romántica, pero estoy convencido de que la tristeza sostenida en el tiempo también causa la muerte».
Amable lector, ojalá cumpla mi ilusión y yo sus expectativas. ¡Que le guste!