El planeta está sufriendo los efectos de una grave pandemia. Lola se encuentra pasando el confinamiento, decretado por el Gobierno, en una casa que no es la suya. Allí, en un lugar extraño, sola y sin ningún dispositivo móvil que le permita estar conectada al mundo exterior, dedica su tiempo a redactar un diario personal y a superar su última ruptura sentimental. Durante ese periodo de silencio y quietud, tiene la oportunidad de analizar y cuestionarse su pasado. Entre las páginas, va dejando huella de los acontecimientos que han marcado su existencia, preguntándose cuál es su grado de autoría sobre los mismos y sacando a la luz lo incoherente de muchas de sus decisiones.
A medida que el tiempo de confinamiento se agota, Lola siente el peso de la incertidumbre que le aguarda tras los muros de la casa. Al mundo le tienen sin cuidado sus preocupaciones y las tragedias que padecen quienes lo habitan, ya lleven por nombre desamor, soledad o muerte. Y es que en su marcha imparable reside la vida.
Se trata de una novela sobre la rareza de lo cotidiano, la disputa entre el destino, el azar y el libre albedrío en la construcción del camino vital de cada persona. La vida no cabe en un paréntesis invita a la reflexión sobre el sentido de la vida y a plantearse si realmente somos dueños de nuestro destino.