Cuando pensó aquel hombre que regresaba, después de una guerra, andando a través de Suiza a su casa asturiana en Llanes y con el deseo de estar de nuevo en su tierra y entre los suyos, después de haber dejado unos años de su vida enterrados en una guerra que para nada lo había llamado. Regresaba con tres amigos más después de haber terminado en Berlín, La Segunda Guerra Mundial llevada hasta el mismo corazón de Alemania.
Por una mala acción de sus amigos, Rafael y ellos pierden el tren que les repatriara hasta España en compañía de los franceses que lucharan a favor de Alemania. Comenzando un camino que para Rafael tardaría mucho tiempo en terminar.
Lo mismo que para uno de sus amigos nunca acabara ya que muere en Francia cuando tiene Los Pirineos y la frontera española al alcance de la mano.
Nunca pensó Rafael que en aquel pueblecito de Suiza su conciencia le pidiera cuentas de sus hechos trastornando su vida por mucho tiempo. Cuando pensó aquel asturiano que el pedirle la guadaña a aquella suiza que penosamente segaba su prado, aquella calurosa tarde de junio, fuera el punto que al cruzarse su mirada se cruzaron también sus caminos para no separarse nunca más.
Nunca pensara Rafael que en aquel prado se clavarían sus raíces hasta abandonar la pasión que por su tierra tenía. Jamás creyó que pudiera ser feliz lejos de su amada Asturias, pero la vida le enseño que una vez más se había equivocado.