Todos sabemos que, en estos tiempos, además de la formación académica y profesional que cada uno logre obtener, es clave, para adaptarse y lograr éxitos ante los avatares de la vida, el haber desarrollado, lo más excelentemente posible, habilidades conductuales.
Y éstas se van logrando, poco a poco, desde la infancia; algunas, desde los primeros años.
Los padres de familia encontrarán pautas de actuación cuando necesiten actuar sobre la conducta de sus hijos o mejorar su rendimiento escolar.
Esas pautas son fáciles de comprender y de aplicar, pero lean los pasos con calma, con reflexión y síganlos con rigor y con acuerdos comunes.
Los planes llevan incorporados ejemplos prácticos.
Los currículums que avalan la experiencia de quienes les proponen estos planes, pueden consultarse al final de este libro.
Las acciones educativas que están encaminadas a madurar, modificar y ajustar la conducta asentando los sentimientos de un hijo, y, en suma, a adaptarla y a ayudarles a obtener el mejor rendimiento escolar posible son altamente gratificantes, las más gratificantes.
Como dice el poeta, es importante recordar que “educar es como poner un motor a una barca: hay que medir, pesar, equilibrar…y poner todo en marcha. Pero para eso, uno tiene que llevar en el alma un poco de marino (…) y un kilo y medio de paciencia concentrada. Pero es consolador soñar, mientras uno trabaja, que es barco, ese niño irá muy lejos por el agua. Soñar que es navío llevará nuestra carga de palabras hacia puertos distantes, hacia islas lejanas”
Esos objetivos exigen claridad en las formas de aplicarlos, constancia, paciencia, persistencia, acuerdos comunes…
Y nuestros hijos nos lo agradecerán, sin duda, al verse maduros, adaptados, satisfechos con su vida, capacitados para enfrentarse a las circunstancias de la vida…, aunque ahora parezca que les cuesta aceptar los esfuerzos que les pedimos y exigimos.
La experiencia demuestra que se consiguen los objetivos, por lo que les animamos a ello si las conductas de sus hijos lo necesitan.