¿Qué serías capaz de hacer cuando tu raza y tu familia están abocadas a la destrucción, en el momento en que pierdes todo y aún debes luchar por la persona que más quieres?
Kiepja lo tiene claro, sabe que si quiere ofrecer un futuro a su pequeño hijo, Kenenisk, debe alejarlo de su lado, dándole la oportunidad de crecer y ser feliz lejos de ella, apartado, con el corazón quebrado, de su amor, de su tierra y de su cultura.
Enviándole hasta un mundo que ella no conoce, lo encomienda a su amigo Juan, que se hace cargo del pequeño, dándole amor y un hogar muy lejos de Tierra de Fuego.
Juan llega con Kenenisk hasta su pequeño pueblo natal de Muskiz, en tierras vascas, donde, sin dudarlo, promete darle no solo amparo, sino también toda la paz y felicidad que esa criatura inocente merece.