No se nace de modo impune en este mundo, ni sin preocupaciones en esta vivencia. No se tiene experiencia en las relaciones humanas sin que aparezcan las famosas “piedras en el camino”, las mismas que nos hacen trascender y superar las fronteras entre cada fase de nuestro crecimiento. Esta es, sin duda, una de las mejores capacidades de la autora. Su valor y determinación solo se pueden comparar con su espíritu altruista, su bondad para con el prójimo y su corazón fragmentado y dócil al mismo tiempo. Las voces que me susurran podría ser la historia de cualquiera de nosotros. Siendo de esta forma, sería como si las llamadas “voces” fué- ramos cada uno de nosotros susurrando al oído de la escritora. A ella no le importa, ella lo hace con placer y pasión, ella, simplemente, nos enseña a amar hasta el infnito.