«Estos poemas —estructurados en dos movimientos, uno de relajación “Diástole” y otro de contracción «Sístole»— emergen como acordes disonantes en el silencio del mar, vocean en un susurro el eco remoto de la saloma.
Como el péndulo alborotado de un reloj suspendido en una casa deshabitada.
Todo corazón alberga un piélago, cada nueva ola es un latido».