En los tiempos que corren, donde desde por la mañana nos empeñamos en seguir viendo el deterioro del mundo, sería conveniente utilizar como antídoto a esa rutina el amor. Con eso no salvaríamos el mundo, pero sí nos salvaríamos a nosotros.
Querer o amar son más que dos verbos: traen consigo la posibilidad de poder conjugar otros tales como reír, disfrutar o vivir, que lo único que consiguen es que estés a gusto en un lugar cualquiera, con quien quieres estar. Pero del mismo modo, son palabras tan llenas de sentimientos que no deberíamos utilizar a la ligera, ya que se tiene que querer bien. Ni mucho, ni poco. Puesto que no existe un medidor que especifique cuanto se quiere a una persona.
Y ya os digo, no hay nada más bonito que ver a dos personas, ajenas al mundo, salvándose. Ya sea en un parque, en un cine, en un bar o en cualquier otro lugar donde solo respiran armonía. No lo digo por decir, ya que dicen que más vale una imagen que mil palabras y teniendo en cuenta que no existe mejor cámara de fotos que mi mirada ni mejor almacenamiento que mi memoria. Por eso me quedo con el amor. Por eso te lo cuento. No tienes que parar el mundo y bajarte de él, tan solo tienes que salvarte queriendo, pero que sea queriendo bien.