Lo que de verdad importa no es solo el testimonio de una inoportuna vivencia traumática; es el relato de unos hechos que justifican una vida plena, que evidencian una ruptura con el sueño siempre eterno del éxito, que enardecen el esfuerzo y el tesón por encima siempre de una vida azarosa, y que nos enseña lecciones sobre el miedo rancio a no ser más que polvo en un campo lleno de promesas rotas.
Estas líneas no solo cuentan mi vida; van sobre romper barreras, la esperanza, el dolor propio y ajeno, y, sobre todo… la delgada línea que separa la lógica del placebo, del milagro puro y duro.
«Aprendiendo a morir se aprende a vivir mejor».
Es entonces cuando empezamos a valorar lo que de verdad importa…