Este ensayo viene a denunciar, como el niño del famoso cuento, que “el rey está desnudo”.
Pretendo elucidar la cuestión de la marginación del enfermo mental en la sociedad que, al contrario de las por desgracia conocidas y sufridas por el sexo femenino, las etnias y tantas sangrantes, discurre por un cauce tácito y oscuro, casi rutinario. Es una marginación, estigma o lo que queramos denominar, tan de “andar por casa” que, por fuerza, despierta indignación. En mi caso mucha, muchísima, pues soy loco “oficial”, y la he sufrido. Me asiste el derecho. Y, además, se da maltrato físico, psíquico y legal, como en todas las conocidas en este mundo. Y, además, no se dispone de “observatorios”, ni asociaciones solidarias con el maltrato al enfermo mental. Tal vez porque, por acción u omisión e ignorancia, no se conoce.
Esta es mi modesta contribución.