Me miré las manos y de rabia me quité el anillo, el que él me había puesto mientras me prometía amor, respeto, fidelidad. Si él me lo había devuelto, yo tenía que devolvérselo. Los anillos de matrimonio no son anillos, son alianzas, y cuando uno rompe la alianza, al otro se le rompe a la vez. En Los días perdidos, María Jesús Sánchez Oliva, narra la historia de Ara, una mujer que de forma inesperada tiene que enfrentarse a una ruptura matrimonial. El impacto la lleva a recluirse en su ático de soltera. Tras varios años de aislamiento, al salir de casa una mañana, la avería del ascensor la obliga a bajar andando todas las plantas del edificio. En cada planta se encuentra con una mujer que le cuenta su historia. Son mujeres muy distintas unas de otras, pero todas, por distintas razones, han perdido muchos días de su vida. Ya en la planta baja se encuentra con Daniel, el único vecino del edificio que también ha perdido muchos días inútilmente, y de forma espontánea los dos deciden no perder ni uno más. Ara, aunque tanto ella como el resto de los personajes son ficticios, puedes ser tú, tu amiga, tu amigo, porque a veces queriendo, a veces sin querer, seguramente por la humana tendencia a rechazar la certeza de que la vida se acaba todos dejamos muchos días sin vivir.