Los hijos olvidados de Dios no es, ni lo pretende, un relato que tenga nada que ver con la religión. Es una alegoría del infortunio reiterado que puede recaer sobre una persona o familia. Es la historia cruel de cómo el destino obliga a unos niños a buscarse la vida por sí solos, sin más medios que sus manos o su astucia.
Paloma sufre un dramático destierro que la lleva a La Unión Soviética siendo una niña. Tras años de muchas peripecias, decide volver a su país, lo que la lleva a atravesar Europa en mitad de una guerra. Ese viaje la obliga a demasiadas cosas, pero todas las da por buenas si le sirven para conseguir su meta.
Marc es un niño huérfano. A pesar de ello, su niñez no es excesivamente difícil, pero su introvertida adolescencia lo llevará a cometer un error de consecuencias insospechadas. Tras descubrir un trágico acontecimiento de su pasado, decide vengarse en cierto modo del infortunio que se cebó con él y su familia lanzándose sin remordimientos ni escrúpulos a la caza del dinero y la fortuna.