Del subtítulo del libro (Alfonso VI versus El Cid) se desprende que esta novela histórica va a tratar, en buena parte, de las relaciones habidas entre los dos personajes. Sin embargo, por seguir el rigor histórico, en la obra se ponen también de manifesto los momentos en los que la concordia presidió la convivencia entre Alfonso y Roderico. No en vano se criaron juntos en el palacio del rey Fernando, junto a los otros hermanos (Sancho, García, Urraca y Elvira) del que sería Alfonso VI. Por tratarse de una novela histórica no sería admisible, dada la época a la que se refere, olvidar la presencia sarracena en Al-Andalus, donde sobresalieron algunos personajes, recogidos en la obra, tales como Al.Mutamid o Yusuf Ibn Tasufn.
Los juncos de la ribera trata de poner en valor la ejecutoria de Alfonso VI, quien si en un principio dio muestras de debilidad refugiándose en su hermana Urraca, con el tiempo adquirió un carácter que le hizo ser un buen rey, que no sólo avanzó la frontera desde el Duero hasta el Tajo, conquistando Toledo en 1085, sino que además realizó una gran labor de repoblación en las tierras entre los ríos citados, facilitando la propiedad a los campesinos por el sistema de presura.. Al escenario histórico se une un horizonte ocupado por personajes fcticios que se relacionan con los reales o entre ellos mismos, creando situaciones y episodios que le dan cuerpo a la obra. En la mayoría de los casos se relata el triunfo del amor, al margen de los deseos eróticos tan presentes en la época a que se refere la novela.
En cuanto a la realidad de Rodrigo Díaz se destaca, con toda nitidez, que él nunca fue una persona de palacio, sino un guerrero que encontró en el combate su forma de vida, por encina incluso de monarcas y familia. Y aunque en ocasiones luchó a favor de algún rey moruno, jamás se enfrentó a un ejército cristiano, como se aclara en la novela. Por otra parte, la ambición, el deseo, el poder, la traición quedan reflejados en las páginas de esta obra como componentes vitales de la época del siglo XI.