A imitación de Los episodios nacionales del gran Benito Pérez Galdós y con muchísimo menos talento y calidad literaria, he intentado, con estos breves relatos, narrar los acontecimientos más relevantes de los que he sido un espectador impasible. Un testigo silencioso y silenciado, como la mayoría de los ciudadanos, que pretende ser oído y escuchado. El ruido atronador de los medios de comunicación nos aturde, nos manipula y nos engaña falseando la realidad y creando una irrealidad paralela que nos embrutece y nos esclaviza, enmudeciendo la imperceptible voz de los sufridos ciudadanos.
No soy un experto en nada y menos un sabelotodo de los que aparecen con excesiva frecuencia en los medios de comunicación, dogmatizando sobre lo divino y sobre lo humano sin tener ni puñetera idea. Solo intento dar mi versión sobre algunos hechos que entiendo trascendentales para una convivencia armoniosa y pacífica.
Pretendo decir mi verdad, toda mi verdad y nada más que mi verdad. Una verdad nada dogmática que ambiciona romper con la gran falacia de lo políticamente correcto y hacer re-flexionar a las personas sobre la triste situación que estamos padeciendo y, que de no remediarlo con suma celeridad, nos llevará al precipicio de la deshumanización.